La conducta es la variable observable de la actitud, es decir, como actúa la persona ante una situación. Muchas veces la presión social nos impide o facilita la expresión conductual de nuestras actitudes.
Las actitudes tienen una parte consciente y una parte inconsciente, algunas son totalmente conscientes y otras inconscientes en su totalidad: producto de la automatización de procesos de aprendizaje y de la interiorización, de creencias y valores culturalmente extendidas que aprendemos sin darnos cuenta.
Las actitudes son modificables, unas más fáciles que otras, dependiendo del entorno y del punto de vista del observador, de cómo percibimos la realidad. Hay actitudes inteligentes (efectivas) y actitudes tontas (inefectivas).
LA INTELIGENCIA ACTITUDINAL ES LA CAPACIDAD PARA ELEGIR LAS ACTITUDES ADECUADAS PARA:
-La resolución de problemas que nos podamos encontrar en nuestro entorno: Actitud empática, comprensión de la realidad de los demás para ayudar.
-Creación de sistemas de interpretación de la realidad efectivos: Buscar activamente el aprendizaje en todo momento y en todo lugar. Pensamiento creativo.
-Creación de nuestros fines, tanto a corto como largo plazo, como persona y como sociedad: Orientación hacia la creatividad, y la flexibilidad de pensamiento.
-Elección y logro de los objetivos personales: retroalimentación, evaluación continua, motivación.
Con la inteligencia actitudinal desarrollamos una capacidad muy importante para las personas, donde el motor fundamental es la elección consciente, el bienestar en las relaciones y la efectividad en los resultados.
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