Tristeza

Tristeza

La TRISTEZA tiene que ver con una sensación de pérdida o de desilusión que nos permite retirarnos hacia nosotros mismos. Su objetivo es el retiro hacia sí mismo.

Las pérdidas importantes en la vida temprana hacen, después, a la persona, vulnerable a la aceptación pasiva del sufrimiento, como si la tristeza fuera el precio de la vida. En el sufrimiento uno ve tristeza por todas partes, la tristeza de los niños pequeños, las condiciones del mundo, e incluso la tristeza de la vida en sí misma. Parte del síndrome de la pérdida es el sentimiento de incapacidad para reemplazar lo perdido o lo que simbolizó.

DEFINICIÓN. Uno siente tristeza cuando cree que sucedió, o tiene la certeza de que sucederá, algo malo: perder algo que valoraba o no conseguir el resultado deseado.

ACCIÓN. La tristeza propicia el duelo, el reconocimiento de la pérdida y el luto. Tomarse un tiempo para experimentar la pena y cerrar la herida. En este espacio también es posible aprender de los errores cometidos y prepararse para no repetirlos.

ACEPTACIÓN. Cuando uno se permite experimentar la pena, puede asumir la pérdida y recuperar una sensación de paz interior, lo cual lo prepara para enfrentar el futuro con confianza y ecuanimidad. Al elaborar el duelo, uno se despide del objeto amado (siempre de existencia contingente y transitoria) e incorpora el vínculo amoroso a su existencia de manera incondicional, en toda su pureza. Por ejemplo, al guardar luto por la muerte de un ser querido, uno se despide de la persona que ya no está, pero incorpora en forma permanente a su corazón el amor que sintió, siente y sentirá por esa persona. Por eso es posible seguir amando y valorando en forma creciente a alguien que se ha marchado. La tristeza es la manifestación del amor frente a una pérdida. Por eso, elaborar la pena en toda su magnitud genera confianza. Uno sabe que las dificultades pueden generar dolor, pero que ese dolor sólo es un reflejo (transitorio) de ese amor (permanente). Por lo tanto, uno adquiere mayor capacidad para asumir riesgos y para afrontar las consiguientes pérdidas.

NEGACIÓN/RECHAZO. Cuando uno no se permite sentir la tristeza, necesita reprimir su amor. Y entonces deja de sentir todas las demás emociones, y se vuelve cada vez menos humano. Se torna insensible y experimenta dificultades con todas las emociones, las propias y las de los demás. Si uno es incapaz de elaborar las pérdidas vivenciando la tristeza, el dolor se convierte en sufrimiento. No puede desprenderse del objeto perdido y se cierra a posibilidades futuras en tanto se aferra a un pasado sin retorno. Cierra su corazón, temeroso de experimentar intimidad o amor. Tiene dificultad para valorar lo que sea que venga, por temor a perderlo. Cae en la melancolía y la desdicha, como estados de ánimo permanentes. Se siente desesperanzado y pesimista con respecto a la vida y, por lo tanto, con muy poca energía para emprender acciones renovadoras. Si uno detesta lo suficiente a la tristeza y decide evitarla por todos los medios, puede caer en una absoluta frigidez emocional. A quien no le importa nada, no le duele nada. Muchas personas eligen cerrar su corazón y no sentir amor -es decir, no comprometerse existencialmente con nada-, ya que eso les permite evitar el dolor. Sin embargo, la clausura de la significancia emocional genera depresión y una sensación abrumadora de sinsentido en la vida.

OPORTUNIDAD PARA TRASCENDER: Se produce al encontrar el amor esencial e indestructible del ser, superando el apego a tener objetos y relaciones, que son transitorios. Comprender la pena personal como manifestación de la ternura y vulnerabilidad esenciales del corazón humano; descubrir la compasión que abraza la pena de todos los seres humanos.


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