Cuando hablamos de duelo,
pensamos, en primer lugar, a un fallecimiento real. Pero también existen los
duelos llamados simbólicos. Estos últimos pueden revestir muchos aspectos, pero
están generalmente basados en un sentimiento de pérdida. He aquí una breve
lista: un amor, una juventud, una belleza, una movilidad luego de un accidente
parapléjico, una casa, un peluche para un niño, un animal preferido, a un mejor amigo que se fue al
otro lado del mundo, etc.
Ante un drama real o simbólico, cada uno de
nosotros posee sus razones, sus protecciones psíquicas personales y su propio
grado de implicación en esta situación para vivir mejor el presente y el
futuro.
Podemos definir 9 etapas del duelo, de las cuales
algunas se viven simultáneamente. Para hacer completamente el duelo, para que
la carga emocional sea lo menos pesada posible y para que esta sea compatible
con una futura vida normal, habrá que pasar por diferentes etapas cuya
cronología no es inalterable.
1 – La negación:
La persona rechaza creer, escuchar, admitir esta
noticia. “No, no puede ser, ¡no lo creo!” Es el primer pensamiento que se nos
viene a la cabeza. Luego, al cabo de un cierto tiempo, estamos obligados a
admitirlo.
2 – El regateo:
“Por qué él y no otro, me hubiese gustado morir en
su lugar”, son las frases clave. Es una especie de negociación, de transacción
especial en cuyo centro está situada la muerte, real o simbólica. El regateo
psicológico es un medio muy utilizado para disminuir un sufrimiento cuyo origen
puede encontrarse en varios contextos reales, imaginarios o simbólicos y cuyo
denominador común está representado por una situación donde la vida y la muerte
se cruzan.
3 – La cólera:
Es absolutamente normal. Un sentimiento interior de
cólera se instala y puede ser exteriorizado más o menos ruidosamente, y esto,
durante un tiempo más o menos largo.
4 – La tristeza:
Es la clásica fase depresiva que viene luego de
cada fallecimiento, admitido o no.
5 – La explicación:
A este nivel, muchas causas pueden ser puestas en
relieve con el fin de admitir esta desaparición: la velocidad; el alcohol, el
tiempo, la enfermedad grave, etc.
6 – La comprensión:
Sigue muy de cerca la fase anterior.
7 – La integración de las informaciones:
Una vez la explicación dada y la comprensión
aceptada, la integración puede efectuarse. Integrar significa interiorizar para
poder pasar a la etapa siguiente. Un componente emocional interior se asocia a
menudo a esta etapa.
8 – La aceptación, el perdón, la liberación:
El fallecimiento es por fin admitido. Me desligo
progresivamente de la carga emocional engendrada por esta desaparición. Acepto
simplemente la partida de este ser querido. Le perdono el haber partido.
9 – La reinversión: .
Tome mis distancias respecto a este episodio. Por
fin puedo estar en el presente y continuar invirtiendo en mi vida de hoy. Es la
puesta en marcha de las pulsiones naturales de vida.
Cuando llegamos a esta última etapa, la vida puede
continuar incluso si todavía tenemos este drama metido en la cabeza ya que este
no se borrará nunca.
El duelo bloqueado
Nuestra evolución, sobre el camino de un duelo,
puede ser frenada, incluso bloqueada, a nivel de cualquier etapa. A menudo, un
duelo bloqueado impide una vida sana física, psicológica o mentalmente.
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Respiramos para vivir, pero se trata de una función que realizamos de manera automática. De hecho, a menudo no respiramos bien sino de manera incompleta, por lo que no utilizamos plenamente nuestro sistema respiratorio. https://coachingneurobiologico.com/sanarlasheridas/respiracion-minfulness/