Entrevista a Bruce Lipton

Bruce Lipton

Bruce Lipton, es biólogo celular. Cursó sus estudios en la Universidad de Virginia y luego se unió al departamento de Anatomía de la Facultad de Medicina de Wisconsin y ha colaborado en la Universidad de Standford y otras. Ha realizado varias investigaciones: distrofia muscular, clonación de células madre entre otros. Pero sus trabajos se centraron en los mecanismos moleculares que controlan el comportamiento de las células. El trabajo del Dr. Bruce Lipton y otros investigadores epigenéticos muestran que las «señales ambientales» también incluyen los pensamientos y las emociones, ambos han mostrado que afectan directamente la expresión del ADN.

¿Hasta qué punto usted se aplica sus teorías?
Hasta el punto de que hace más de 40 años que no voy al médico, ni consumo ningún fármaco. Tengo 71 años y me siento como una flor de primavera.

Enhorabuena. ¿Y cómo lo hace?
Hago todo lo posible para evitar el estrés. El estrés es el responsable del 90% de las enfermedades. Nuestro cuerpo acostumbra a funcionar bien, y el estrés nos desarmoniza.

¿Cómo evita sentirse estresado?
No me preocupo por casi nada. Antes, si algo no funcionaba en mi vida, me ponía ansioso. Pero actualmente, si algo no funciona, mis pensamientos son muy distintos. Pienso que, si aquello no tiene que funcionar, o un proyecto no tiene que salir adelante, o ha surgido un imprevisto, es por alguna razón que se me escapa, y que todo está bien.

Todo es como tiene que ser.
Todo es como tiene que ser, y todo es perfecto.

Es muy fácil de decir.
Es cuestión de práctica. Se trata de no dejarnos sabotear por los pensamientos negativos, que acostumbran a surgir de nuestra mente subconsciente. Tenemos dos mentes: una mente consciente, creativa, que está conectada con nuestra personalidad, y la subconsciente, que no es creativa y que va repitiendo programas. La mayoría de la gente cree que operan en su vida en base a la mente consciente, pero el 95% de su vida proviene de programas subconscientes que aprendieron durante los siete primeros años de vida. Hasta los siete años somos como videocámaras, lo grabamos todo. Por lo tanto, nuestros programas básicos vienen del comportamiento de los demás. Sobre todo, de nuestros padres.

¿Se pueden “desinstalar” algunos de estos programas?
Cada vez hay más técnicas eficaces y rápidas para lograrlo.

¿Qué más hace para estar, a sus 71 años, fresco como una rosa?
Yo lo llamo “vivir el cielo en la Tierra”. Cultivo emociones elevadas, como la alegría o el amor, y eso afecta a mis células. No solo a la salud de mis células, sino a su esperanza de vida. Del mismo modo que el estrés o la mala alimentación reducen la esperanza de vida, la gratitud, la actitud positiva, sentirse útil, la alarga. Nuestros telómeros están conectados a cómo vemos nosotros la vida.

Lo más importante debe de ser el amor…
En efecto. Con mi mujer vivo una constante luna de miel. Y eso se traslada a la bioquímica de mi cuerpo. El cerebro es una máquina de mezclar pócimas de amor, provista con un arsenal de neuroquímicos y hormonas. Cultivo emociones elevadas, como la alegría o el amor, y eso afecta no solo a la salud de mis células, sino a su esperanza de vida.

Y cuando se enfada con su mujer, ¿qué hace?
Hace tiempo tomamos la costumbre de reconectar en silencio el uno con el otro mediante el contacto físico (que se toquen nuestras manos, o brazos; o, aunque solo sean las rodillas) en lugar de discutir sobre quién tiene razón. Sin importar lo mal que nos sentimos, hay que sentarse juntos sin hablar ni discutir para conectar a un nivel más profundo que el de las palabras. Con mi mujer olvidamos los detalles de la pelea, entramos en contacto el uno con el otro y las cosas se tranquilizan.

Usted sufrió un calvario cuando se atrevió a afirmar que no estamos determinados por nuestros genes.
En aquel entonces, hace 40 años, mis colegas científicos me tildaron de “loco”. Hoy en sus clases enseñan lo que yo descubrí, dicho sea, con modestia. Y me dicen: “Bruce, ¿cuándo vas a descubrir algo nuevo?”. De todos modos, lo mejor que pude hacer fue salir de aquella comunidad científica. Aún hoy, desafortunadamente, hay muchos intereses de las compañías farmacéuticas que controlan la investigación.

A las farmacéuticas no les interesa investigar las posibilidades que el propio cuerpo tiene de curarse…
No pueden colocar la energía en una pastilla; no hay nada tangible para vender. Los doctores te dicen: “Toma esa pastilla”; pero no te suelen decir: “Cambia de estilo de vida”. La mayoría de nuestras enfermedades proviene del estilo de vida.


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