Los verdaderos conflictos no están en la historia que la persona cuenta, esa historia es su película mental, la interpretación y el significado personal que da a los hechos en función de sus filtros individuales y de su mapa mental de creencias. Por ello el Coach NeuroBiológico sabe escuchar todo lo que la persona no cuenta, pues allí se esconden sus programas inconscientes que son las auténticas fuentes de dolor y limitación.
El cuerpo no miente, por lo que, si hay algún síntoma físico, hay algún grado de incoherencia vivido. Por ejemplo: quiero gritarle a mi jefe, pero “no puedo” porque no está bien visto o porque me causará más problemas. Aquí hay una incoherencia y lo más probable es el cuerpo lo termine somatizando en un dolor de garganta.
Los síntomas del cuerpo son como las luces de alerta de un tablero de comando. Allí se manifiesta nuestro inconsciente biológico según el tipo de conflicto y el grado de incoherencia en el que estemos viviendo. Por lo que el dolor del cuerpo es directamente proporcional al dolor emocional. A mayor incoherencia y dolor emocional, mayores serán los síntomas o enfermedades y más dolor físico experimentará la persona.
El objetivo es que la persona tome consciencia de cuáles son esos programas para que pueda trascenderlos. La toma de conciencia no es un proceso intelectual, sino que es totalmente experiencial. Es, más bien, emocional, visceral.
El inconsciente no razona, no juzga, simplemente reacciona en automático a los diferentes estímulos externos (ambiente y circunstancias) e internos (pensamientos y emociones).
El coach neurobiológico puede ayudar a la persona a encontrar formas serenas de reprogramación o de trascender estos programas con diferentes técnicas trabajadas desde un estado de relajación, en donde el cliente, con convicción, elige si quiere o no hacer cambios en su vida.
