¡Qué difícil es aprender algo nuevo cuando queremos hacer todo perfectamente, por nuestra cuenta, desde el principio! ¡Qué difícil es aprender algo nuevo, si no nos permitimos cometer errores! ¡Qué difícil es aprender algo nuevo, si creemos que lo sabemos todo! Y… Vivir en esta época de transformaciones resulta complicado, con esta obstaculización en el proceso de adquirir conocimiento.
Como adultos, estamos acostumbrados a adquirir nuevas habilidades, nuevos saberes, nuevas áreas de estudio. No obstante, en muchas ocasiones, al aplicar estos conocimientos en la práctica, en la rutina diaria, ocurren sucesos diferentes a los que teníamos previstos. Y los resultados que esperábamos lograr, no se materializan. Nos resulta difícil poner en práctica, integrar ese conocimiento en nosotros.
En el tiempo actual, nos encontramos en una inclinación a buscar la manera de realizar algo específico, a encontrar «la fórmula» y en muchas ocasiones dejamos de lado la persona que lo realiza. Y ocurre que, «las 10 claves para ser feliz» no están teniendo efecto. Sin menospreciar la importancia del conocimiento, sugerimos centrarnos en la persona y en la acción.
Antes de preguntarnos cómo hacerlo, podemos preguntarnos quién soy en este momento. ¿Qué estoy observando? ¿Qué es lo que no estoy observando? ¿Cuáles son mis expectativas? ¿Cuáles son mis desafíos? ¿Qué sucedió en una situación anterior? ¿Cuáles son mis inclinaciones? ¿Qué sacrificios estoy dispuesto a hacer?
Tanto a nivel personal, como en el ámbito familiar y social, lograr los resultados que nos interesan depende de nuestras acciones. A veces olvidamos que no hay acción sin un actor, no existe la acción de forma abstracta. La ejecución, y por lo tanto el resultado a lograr, está completamente determinada por la persona que la realiza.