¿Alguna vez te has detenido a pensar en el increíble poder que tenemos sobre las relaciones que construimos? David R. Hawkins nos dejó una joya de sabiduría cuando dijo: «Todas las personas son como imanes. Atraes hacia ti el reflejo de quién eres. Si eres amigable, todos los demás parecen serlo también.» En otras palabras, lo que emanamos, lo que somos, es lo que atraemos. Y este es un concepto profundamente emocionante.
Imagina por un momento una vida en la que todos los que te rodean son reflejos de tu propia amabilidad. ¿No sería maravilloso? La buena noticia es que este escenario no es tan inalcanzable como parece. Todo comienza con nosotros mismos.
La amabilidad, como un imán, tiene el poder de atraer a su semejante. Si eres una persona amigable, abierta y comprensiva, lo que sucederá es mágico. Tu actitud actúa como una especie de varita mágica que transforma a las personas que te rodean. Tu sonrisa sincera, tu disposición a escuchar y tu capacidad para empatizar, son como la luz que ilumina el corazón de aquellos que entran en tu órbita.
La belleza de esta idea es que no necesitas ser perfecto para atraer amabilidad. La amabilidad no está reservada para las personas que tienen todo en orden en sus vidas. Todos enfrentamos desafíos, momentos difíciles y días grises. Pero la amabilidad, en sí misma, es un regalo que podemos ofrecer a los demás, independientemente de las circunstancias que enfrentemos.
Piensa en todas las veces en las que un simple gesto amable hizo que tu día fuera mejor. Puede haber sido un extraño que te sostuvo la puerta, un amigo que te escuchó cuando más lo necesitabas o un colega que te ofreció una mano amiga en el trabajo. Estas pequeñas chispas de amabilidad son como destellos de luz en la oscuridad. Y todos tenemos el poder de ser esa luz para alguien más.
Entonces, ¿cómo podemos cultivar la amabilidad en nuestras vidas? Comienza por mirarte a ti mismo. ¿Eres amable contigo mismo? La amabilidad hacia uno mismo es el primer paso para atraer la amabilidad de los demás. Si te tratas con respeto, compasión y amor, estarás en sintonía con el tipo de energía que atraerá a personas similares.
Después, extiende esa amabilidad hacia los demás. Haz un esfuerzo consciente por ser amable con tus amigos, familiares, compañeros de trabajo e incluso extraños. Puede ser algo tan simple como escuchar con atención, ofrecer un cumplido sincero o ayudar a alguien en apuros. Cada pequeño acto de amabilidad es como un imán que atraerá a personas amables hacia ti.
La belleza de este ciclo de amabilidad es que se alimenta a sí mismo. A medida que atraigas a personas amables hacia tu vida, te rodearás de un entorno más amable, lo que a su vez te inspirará a ser aún más amable. Es un círculo virtuoso que puede transformar no solo tu vida, sino también el mundo que te rodea.
Entonces, la próxima vez que te encuentres en una situación en la que puedas elegir entre la amabilidad y la indiferencia, recuerda las palabras de David R. Hawkins: «Todas las personas son como imanes. Atraes hacia ti el reflejo de quién eres. Si eres amigable, todos los demás parecen serlo también.» Elije ser amable, y verás cómo el mundo a tu alrededor se transforma en un lugar más amable y acogedor.
Así que, adelante, irradia amabilidad y sé el imán que atraiga la bondad a tu vida. No subestimes el poder que tienes para hacer del mundo un lugar mejor, uno amable gesto a la vez. ¡La amabilidad es contagiosa, y juntos podemos iluminar el mundo con nuestro brillo!