Una emoción es un proceso involuntario del organismo, que se pone en marcha frente a una amenaza o una circunstancia específica. Frente a esta situación, el cuerpo activa distintos procesos, según la manera en que interpretemos lo que está sucediendo.
Existen emociones placenteras y también desagradables, por lo tanto, algunas contribuirán al bienestar y otras al malestar, pero independientemente del placer o la molestia, todas tienen importancia y desempeñan una función. Es importante experimentar nuestras emociones para tener una experiencia de vida satisfactoria.
Centrarnos en momentos agradables, como la alegría por alcanzar una meta o la sorpresa de una celebración inesperada en tu cumpleaños, tiende a ser más sencillo de experimentar y comunicar, debido a que nos brindan estímulos positivos tanto para nosotros como para las personas que nos rodean.
Sin embargo, ¿qué ocurre con las emociones desagradables?
La verdad es que estas emociones generalmente son las más complicadas de gestionar, y a menudo intentamos suprimirlas o no experimentarlas. Las causas más habituales están asociadas al temor al rechazo (¿qué sucede si la otra persona o grupo no comparte mi opinión?) o la vergüenza (es frecuente sentirnos avergonzados si otras personas descubren que estamos pasando por un momento de depresión o alguna dificultad).
Así es como nos enseñaron cuando éramos pequeños: no llorar, no tener miedo, no enojarnos… Esta negativa en nuestra infancia no solo nos impedía expresar nuestras emociones, sino que también nos prohibía experimentar lo que realmente sentíamos.
Sin embargo, existen otras causas por las cuales nos resulta difícil experimentar las emociones:
¿Alguna vez has sentido la necesidad de golpear a alguien cuando estás en desacuerdo con una situación y sientes enojo o furia? Si no puedes controlar esa emoción, es probable que termines agrediendo a la otra persona. Si decides no expresar nada, esa energía acumulada probablemente tendrá un impacto negativo en ti. Es esencial controlar tu enojo y también saber expresar las cosas que no te agradan.
Uno de las situaciones más comunes es cuando muere un familiar, estás enfrentando problemas en tu relación de pareja o estás atravesando una situación difícil en el trabajo. Tienes tristeza en lo más profundo de ti, pero la escondes y tratas de mantener una sonrisa cuando estás con los demás, como si nada estuviera pasando. Eso no está siendo bueno para ti, sino que está «causando daño interno«.
No experimentar esas emociones, o no manifestarlas, no te hace más fuerte. Al contrario, estás causando problemas más grandes para ti en el futuro. Por lo tanto, es necesario que entiendas un par de conceptos:
Es imposible suprimir o evitar tus sentimientos: Engañarte a ti mismo no te será de ayuda para manejarlos. Solo van a hacer más daño a tu salud.
Las emociones no son adversarias: Es posible gestionarlas adecuadamente y prestar atención al mensaje que transmiten.
En consecuencia, es crucial que aprendas a reconocer tus sentimientos, conectarte con lo que sientes, entenderlos y asimilarlos para poder gestionarlos y responder de manera efectiva. Esto te ayudará a lidiar con circunstancias complicadas de forma más efectiva, algo que será beneficioso para tu mente y tu bienestar.
Experimentar emociones agradables como la felicidad y expresarlas sigue siendo importante Reír, cantar y ser feliz te ayudará a reducir el impacto de las emociones desagradables cuando surjan.