Los síntomas físicos, lejos de ser un capricho del azar, son una manifestación cuidadosamente orquestada por nuestro propio cuerpo. Este fenómeno, aparentemente caprichoso, tiene sus raíces en un mecanismo biológico intrincado y coherente, dirigido por el cerebro. Es asombroso descubrir que, en su esencia, el primer objetivo de un síntoma es preservar nuestra vida, actuando como un salvavidas en situaciones críticas o proporcionándonos valiosos instantes de vida.
Sin embargo, esta estrategia «perfecta» concebida por nuestro cerebro no está exenta de imperfecciones. A menudo, entre la mente humana y nuestro cerebro arcaico, se produce un malentendido crucial. El cerebro no siempre considera la realidad objetiva de los hechos; en cambio, se basa en la interpretación y la intensidad de nuestras emociones. Esta desconexión con la realidad puede llevar a que una solución inicialmente eficaz se convierta en imperfecta y, en casos extremos, peligrosa.
En las primeras etapas de un proceso patológico, podemos admirar la biología detrás del síntoma y etiquetar la estrategia cerebral como «perfecta». Sin embargo, con el tiempo, esta estrategia puede volverse limitante y amenazante a menos que intervengamos. La clave reside en reconocer el malentendido entre nuestra percepción y la realidad objetiva, abordando el problema antes de que se agrave.
La naturaleza de los síntomas físicos
Lamentablemente, en muchos casos, ignoramos la naturaleza del problema y su presencia, lo que nos impide tomar medidas preventivas. Todos llevamos en nosotros el programa biológico de todas las enfermedades, un legado arcaico que se activa cuando es necesario. Asombrosamente, para una enfermedad específica, las características son similares de un individuo a otro, sugiriendo que compartimos un programa arcaico inconsciente.
Este fenómeno se manifiesta en la presencia de programas biológicos como la hiperglucemia, diseñada para fortalecernos muscularmente en momentos de adversidad, o el programa de «sobre-digestión», destinado a ayudarnos a «digerir el pedazo» en situaciones particulares. Esta universalidad en la configuración de los programas biológicos destaca la conexión intrínseca entre todos los individuos, subrayando la singularidad y, al mismo tiempo, la similitud de nuestras respuestas biológicas. Comprender la naturaleza de los síntomas desde una perspectiva biológica ofrece una ventana fascinante hacia la complejidad de la mente humana y su intrincada relación con nuestro pasado evolutivo. A través de las técnicas del Coaching NeuroBiológico podemos tomar conciencia de esta conexión, podemos aspirar a una mejor comprensión de nosotros mismos y, lo que es más importante, adoptar medidas proactivas para salvaguardar nuestra salud física y mental.