Este ejercicio de Mindfulness implica observar atenta y conscientemente cómo nos sentimos. Es posible que hoy experimentemos tristeza, felicidad, enojo, amor, etc.
Es un ejercicio especialmente interesante de hacer cuando experimentamos uno de esos momentos en los que las emociones nos dominan. Por ejemplo, piensa en el escenario en el que recientemente has experimentado una gran indignación con alguien, o estás pasando por un gran descontento debido a algo que ha sucedido.
En primer lugar, la verdadera práctica del Mindfulness con emociones comienza detectando de qué emoción se trata e intentando observarla con ecuanimidad.
¿Estás enojado o simplemente molesto?
¿Es irritación o decepción?
Una vez que la tengamos definida, simplemente, nos dedicamos a observarla.
¿En qué lugar del cuerpo podemos sentirla?
¿Podemos sentirla en el pecho, en la garganta o en otro lugar?
¿Sientes dolor, comezón, ardor?
¿Se extiende por todo el cuerpo o solo en una parte?
¿Si pudiera tener un color, cuál sería el color de esa emoción?
Este ejercicio es algo difícil, ya que, al observar las emociones, es muy probable que la mente se aferre a ellas y comience a divagar en lugar de simplemente observarlas.
Es fascinante darse cuenta de que al dejar de seguir la corriente de esa emoción y simplemente observarla detenidamente, comienza a desvanecerse y ya no la experimentamos con la misma intensidad.
¡Lo que agranda o mantiene una emoción, es la forma en que la alimentamos con la mente!