La confianza es uno de los pilares fundamentales en los que se sostienen las relaciones humanas. Es el fundamento de cualquier relación, ya sea entre parejas o entre empleador y empleado.
Es necesario contar con la cantidad apropiada de confianza para poder enfrentar las situaciones diarias y resolverlas de manera efectiva. El exceso puede ser un factor de riesgo, ya que puede llevar a una mala evaluación de la realidad y, por lo tanto, estar expuesto a los peligros resultantes.
Sin embargo, la desconfianza también es perjudicial, porque si persiste, produce miedo y uno queda esperando que algo malo suceda, que alguien lo engañe o traicione, lo que lleva a un estado constante de desconfianza, peligro y precaución.
La persona que desconfía y piensa de manera negativa queda destinada a experimentar malestar, soledad y dolor, ya que interpreta significados ocultos en los eventos cotidianos que la hacen sentir perjudicada. Debido a esto, generalmente es precavido, negativo, introvertido y poco afectuoso.
Suele interpretar mal a los demás debido a su desconfianza, y muestra una actitud defensiva hostil, que se refleja en protestas incomprensibles, quejas repetitivas o un alejamiento en silencio, pero sinceramente resentido.
Es prácticamente imposible tener relaciones positivas y profundas con los demás si la desconfianza es predominante, ya que un gesto específico puede ser interpretado como una falta de respeto, un cumplido puede parecer irónico, y un saludo amoroso puede ser percibido como hipocresía.
La raíz de la falta de confianza es el temor a sufrir daños y la falta de protección frente a posibles amenazas de otras personas. De esta manera, su capacidad de protección frente a lo que se considera riesgoso para la integridad en cualquiera de sus formas posibles es deficiente.
Cada individuo desconfiado oculta a alguien lleno de miedo y temor, con una autoimagen poco valiosa y llena de inseguridades.
Alguien que se siente tan inseguro que busca protegerse sin cesar. Frecuentemente, la presión que se acumula lo lleva a comportarse de tal manera que solo empeora las situaciones y sus relaciones personales.
La carencia de cimientos sólidos y relaciones de confianza en las personas es una de las principales causas de debilitamiento de la salud y el equilibrio emocional.
Se generan modificaciones significativas a nivel físico. Entre varios, aumentos de hormonas como el cortisol (estrés), testosterona (agresividad) y de catecolaminas (hipertensión, taquicardia, insomnio), que también impactan el funcionamiento mental (mayor presencia de pensamientos negativos, celos, deseo de pelear) y cerebral (mayor riesgo de deterioro).
La falta de confianza no es compatible con la felicidad, dado que crea un ambiente negativo hacia las demás personas, una actitud excesivamente vigilante en todas las relaciones personales y la firme creencia de que el otro siempre tiene intenciones ocultas de sacar provecho, robar, causar daño o ser desleal.
Al contrario, al tener confianza en uno mismo, se actúa de manera más proactiva y efectiva; al confiar en el porvenir, se experimenta mayor felicidad; y al tener confianza en los demás, se establecen relaciones más genuinas y gratificantes.