Siéntate en una posición confortable, cierra tus ojos y toma tres respiraciones profundas y relajantes.
Expande tu mente para percibir los sonidos del entorno.
Involúcrate por completo en el presente, permitiendo que cualquier sonido que llegue a tus oídos fluya.
Crea una imagen de ti mismo mientras estás sentado en una silla o en cualquier otro lugar que elijas.
Mira tu postura ahora, como si estuvieras siendo observado desde afuera.
Después, dirige tu enfoque hacia el interior de tu cuerpo.
Percibe todas las sensaciones que suceden en este preciso momento. Ahora siente tu respiración. Presta atención a cada inhalación y exhalación.
En cada respiración, agrega la frase de compasión para ti y para los demás, sin juzgarte a ti mismo ni a los demás, evitando la crítica. No te juzgues, no juzgues a nadie.
Reitera la compasión, la amabilidad, la aceptación y la alegría hacia ti mismo en cada respiración que exhales.
En los minutos próximos, repite despacio esta actitud hacia ti y hacia los demás, regresando una y otra vez a la imagen de ti mismo sentado en la silla, enviándote mucha compasión, amabilidad, empatía y amor. Después de transcurridos 10 o 15 minutos, abre tus ojos con delicadeza.
La intención de esta práctica es fomentar la compasión hacia uno mismo y hacia las personas que nos rodean.
Eres libre de adoptar cualquier posición.
Cuando llegues a un punto de concentración, imagina a las personas que deseas alcanzar y repite alguna de estas afirmaciones:
• Que encuentre paz dentro de mí y en mis relaciones con los demás.
• Que el miedo y el enojo se alejen de mí.
• Que Encuentre perdón por el daño inevitable que las personas se causan.
• Que me mantenga en paz y armonía con todos los seres.
• Que me acepte a mí mismo sin condicionamientos, independientemente de lo que ocurra.
• Que me ame a mí mismo sin condiciones.