Acción versus Explicación

Acción versus Explicación

Acción versus Explicación

Rafael Echeverría, filósofo y autor chileno, nos ofrece una reflexión provocativa al afirmar que «dar sentido a menudo puede ser una forma de evadirnos de la acción, de tranquilizarnos, o incluso de disfrazar nuestra resignación y eliminar la posibilidad de transformar el estado actual de las cosas. Cuando explicamos por qué las cosas sucedieron como sucedieron, nos alejamos de la posibilidad de cambiarlas.«

Esta afirmación nos lleva a una paradoja fundamental en la forma en que los seres humanos interactúan con su entorno y sus propias vidas. ¿Es el acto de buscar explicaciones y encontrar significado en nuestras experiencias una herramienta valiosa o una trampa sutil que nos impide avanzar?

En primer lugar, es crucial reconocer la innegable necesidad humana de dar sentido a las cosas. Desde tiempos inmemoriales, los individuos han buscado comprender el mundo que les rodea y su lugar en él. La creación de narrativas y significados proporciona un marco que nos permite organizar nuestras experiencias, extraer lecciones y enfrentar el desconocido con una sensación de control. Sin embargo, Echeverría nos advierte que este impulso puede, paradójicamente, llevarnos a la inacción.

Al explicar por qué algo sucedió de cierta manera, a menudo creamos una narrativa que, aunque nos tranquiliza, también puede ser una forma de evadir la responsabilidad de actuar. Esta «tranquilidad explicativa» puede convertirse en un escudo contra el cambio, ya que nos convencemos a nosotros mismos de que entendemos completamente la situación y que no hay necesidad de intervenir.

Por otro lado, la explicación retrospectiva puede ser un mecanismo de autoprotección frente a la incertidumbre y la incomodidad que conlleva la acción. Al encontrar razones detrás de cada evento, podemos sentirnos más seguros y en control, incluso si esa sensación es ilusoria. Esto, sin embargo, puede llevar a una resignación sutil, donde aceptamos las cosas como son en lugar de esforzarnos por cambiarlas.

La paradoja se intensifica cuando consideramos que el acto de explicar y dar sentido a menudo se confunde con la acción misma. Hablar de nuestras intenciones, explicar nuestras decisiones y justificar nuestras elecciones puede proporcionar una falsa sensación de logro, como si ya hubiéramos hecho algo significativo.

La clave para desentrañar esta paradoja radica en reconocer que dar sentido y explicar no sustituyen la necesidad de acción. En lugar de conformarnos con explicaciones reconfortantes, debemos abrazar la incomodidad de la acción, asumir la responsabilidad y buscar activamente cambiar las circunstancias que deseamos mejorar.

La transformación, según Echeverría, surge cuando abandonamos la seguridad de las explicaciones y nos sumergimos en la incertidumbre de la acción. En lugar de buscar razones para justificar el statu quo, debemos desafiarlo, cuestionarlo y comprometernos en la laboriosa tarea de construir un nuevo significado a través de la acción deliberada. En conclusión, las palabras y las explicaciones que damos a los eventos de nuestra vida no deben convertirse en obstáculos para la acción y la transformación. Debemos resistir la tentación de explicar como una forma de evadirnos de la realidad, y en su lugar, utilizar el sentido como un medio para comprender, cuestionar y finalmente cambiar el estado actual de las cosas. En el equilibrio entre la reflexión y la acción, encontramos la verdadera posibilidad de transformación y crecimiento.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *