EL ESTRÉS HOY.
Si tuviéramos que ponerle un nombre a la sociedad del siglo XXI, podríamos llamarla “la sociedad del estrés”. Vivimos presos de nuestra apretada agenda, repletos de obligaciones e inmersos en un mundo marcado por presiones de distinto tipo.
A su vez, pareciera que las pantallas y las notificaciones del móvil se hubieran adueñado de nuestra atención, quitándonos foco y tranquilidad.
A esto se suma un estilo de vida pobre signada por la falta de actividad física, la comida industrializada y hábitos como el cigarrillo. En definitiva: acabamos repletos de estrés. ¿Te identificas con este panorama? Sin lugar a dudas, no eres solo tú.
LA IMPORTANCIA DE DETECTAR Y TRATAR EL ESTRÉS.
Se trata de una condición que, si bien hoy está generalizada, suele tomarse a la ligera. A pesar de que muchos tienden a ignorarlo, es fundamental aprender a detectar a tiempo una sobrecarga de estrés para tomar medidas concretas y evitar que la situación termine deteriorando profundamente nuestra calidad de vida.
¿Por qué podría suceder esto?
El estrés es fuente de numerosas dolencias físicas y psicológicas: movimientos intestinales irregulares (estreñimiento o diarrea), malestares estomacales, cambios abruptos de peso, rigidez muscular, dolor desconocido en diversos órganos, migrañas, sensación de fatiga y poca energía, mala concentración y memoria, insomnio por la noche o somnolencia diurna, por nombrar las más frecuentes.
Muy a menudo, los individuos intentan identificar estos problemas con una enfermedad física determinada. Acuden al consultorio médico para hacerse todo tipo de análisis y estudios; sin embargo, los profesionales no encuentran nada concreto. En esos casos, el estrés puede estar siendo la causa del malestar que estás experimentando.
La medicina moderna cuenta con un amplio abanico de fármacos -sobre todo, ansiolíticos y sedantes- para provocar una respuesta neurológica de reducción del estrés. Sin embargo, una solución meramente química no siempre es la más acertada: no es natural, puede acarrear efectos secundarios y además, generar dependencia por parte del paciente.
¿CÓMO PUEDO APRENDER A LIDIAR CON MI NIVEL DE ESTRÉS?
La clave está en lograr un sano equilibrio entre la gestión de tus emociones y el cuidado de tu salud, para que aprendas a resolver las situaciones que se te presentan en la vida con lucidez y sabiduría, sin acumular una gran carga de estrés durante mucho tiempo. Ahora bien, alcanzar este objetivo requiere un primer esfuerzo de toma de conciencia (es decir, admitir que algo no está bien y comprometerse a cambiarlo), y luego la exploración de diferentes herramientas orientadas a la gestión del estrés.
Eso sí, debes tener en cuenta un detalle importante: busca reducir tus niveles de estrés, pero no pretendas liberarte de él totalmente y para siempre. En pequeñas dosis, el estrés es positivo porque te ayuda a evitar potenciales situaciones de peligro e incluso, a alcanzar tus metas. Por ejemplo, puede ayudarte a reaccionar a tiempo en un cruce de la carretera o a entregar un informe de tu trabajo dentro de la fecha límite.
En el caso específico del estrés de largo plazo, hay factores fácilmente modificables en nuestro estilo de vida que nos pueden ayudar a encontrar el equilibrio perdido. Una buena alimentación, actividad física en forma regular, 8 horas de sueño nocturno, suficiente hidratación, una vida social y afectiva placentera y tiempo para el ocio están entre los principales indicadores de una vida balanceada.
Un factor que no se debe descuidar es la vida interior.
La espiritualidad, la expresión de las emociones y el autoconocimiento son importantes para volver a sentir la anhelada paz y tranquilidad perdidas. Ciertas disciplinas como el coaching neurobiológico abordan estos aspectos de nuestro ser para ayudarnos a deshacernos del estrés y alcanzar la plenitud.
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