Dar y recibir

Dar-Recibir

En toda relación entre adultos es importante que exista un equilibrio entre lo que uno da y recibe en su interacción. Si alguien solo da o solo toma, hay riesgo de caer en dependencias y juegos de poder que intoxican la relación.

El Equilibrio de Dar y Recibir

El fluir de la vida es lograr mantener un equilibrio de interacción en armonía, de todos los elementos que componen nuestra existencia. Esta armoniosa interacción opera a través de la ley del dar y de recibir. El sistema siempre tiende al equilibro. Y esto es válido para cualquier sistema: la pareja, la familia, los amigos, etc . Para que algo fluya con normalidad se necesita de un dar y recibir equilibrado.

Toda relación es dar y recibir. El dar es la semilla del recibir y el recibir es la semilla del dar.

¿Y cómo funciona?

Tomemos la respiración como analogía: inhalamos y exhalamos de manera proporcionada, pero si solo exhaláramos -es decir, si solo diéramos- acabaríamos exhaustos y vacíos. Para mantener la energía fluyendo, es preciso tomar aire del ambiente y devolverlo equilibradamente.

Cuando alguien nos da algo bueno, nos genera una necesidad de devolver, una deuda. Si deseamos crear una relación positiva, cuando nos dan algo bueno, devolveremos algo bueno y un poquito más.

Pero cuando recibimos un daño, también hay una necesidad de equilibrio, de devolver, si lo hacemos y queremos que la relación siga, devolveremos del daño un “poquito menos”, de este modo el que hizo daño siente que pagó, y la relación puede seguir.

Si todos somos iguales, si nadie se muestra mejor que nadie, la relación continua.
Cuando alguien recibe mal y no devuelve nada, no pone límites, esa relación acabará, tarde o temprano. Y probablemente no de buen modo.

Es un equilibrio sutil, como una danza, entre dar y recibir, sabiendo que no podemos dar a nadie más de lo que es capaz de recibir. Y que no podemos pedir a nadie lo que no es capaz de dar. Esto es un punto importante.

Y más que recibir, sería el tomar, porque uno puede “dar”, el otro pensar que no dio, porque si lo que se recibe no se “toma” no se recibe, no sirve.
También se trata de saber pedir: el qué pedir, y a quien, y saber dar, el qué y a quien. Es un arte y hay un orden. Que podemos dar a unos y que podemos dar a otros. Que podemos pedir a unos que podemos pedir a otros.

Por ejemplo ¿Qué sucederá en una relación de pareja cuando uno da más de lo que el otro quiere recibir?
Lo más probable que el que recibe demasiado quiera irse… porque alguien que da, da y da, sin pedir nada, acabará agobiando al otro.

Quien se va, suele ser quien recibe demasiado, quien da demasiado no es consciente, cree que dando más, le querrán más. Pero no es así.

Cuando alguien recibe más de lo pedido, más de lo que puede, también es muy probable que se enfade y te lo devuelva con mal. El equilibrio es un baile sutil.

Entre dos iguales debe haber un equilibrio, así los dos tienen el mismo nivel, los dos son importantes en la relación, porque si uno da más, hace sentirse pequeño al otro. Esto es válido para la pareja, hermanos, socios, etc.

Todo es distinto en el caso de padres e hijos, los padres son los grandes siempre. Y en este caso, los padres siempre dan y los hijos reciben.
Cuando los hijos crecen podrán revertir lo que recibieron en la sociedad, en su propia familia, pero nunca podrán devolver a los padres todo lo que le dieron, ya que ellos dan lo más grande, que es la Vida.

Podrán devolver a los padres cuidándolos en la tercera edad, pero siempre respetando su voluntad.

También hay personas que tienen dificultad de dar, de devolver, de pedir o de recibir. En este, como en los otros, si hay equilibrio entre dar y recibir, el vínculo fluye, y nos sentimos bien.

En la economía igual debemos dar y recibir, quien solo da y no recibe, está generando deuda, rompiendo el equilibrio.
El movimiento de Ongs, causas “sin ánimo de lucro”, cuando se mira en el punto de vista sistémico, no siempre son útiles, generan deuda, hacen a la gente más pequeña. No siempre sirven al equilibrio, incluso pueden generar enfado en los que tratan de ayudar.

Tampoco se trata de transformar esta ley universal en un negocio. El equilibrio debe fluir, no puede imponerse. Muchas veces, en nuestra cultura, se promueve la economización de las relaciones: las necesidades se negocian, las concesiones se exigen y los compromisos se imponen. Destruyendo así el goce simple de la compañía del otro porque la convivencia está organizada según el modelo de negocio económico. Entonces la base de una pareja ya no es la confianza recíproca, el respeto mutuo, sino que cada uno negocia teniendo en cuenta su beneficio.

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