Las personas que no pueden aceptarse a sí mismas necesitan sacar la vergüenza de la sombra y es por ello por lo que son tan críticas, con otras personas y consigo mismas. Así que, en lugar de castigarte porque tu vergüenza actúa como un mal mentor, puedes empezar a dirigir la empatía hacia ti mismo y buscar genialidad y honor en lo que haces. Esta práctica te permite llevar sacralidad incluso a las conductas menos “sagradas” y descubrir que tu psique se había apegado a este comportamiento crítico destructivo deteniendo tu progreso como persona. Si ves esta detención de tu desarrollo personal como un acto sagrado, en lugar de como un fracaso, descubres por qué te has detenido y puedes decidir si quieres seguir quedándote allí o si quieres salir. Tu puedes elegir!!!!
Incluso puedes descubrir que estás trabajando un asunto que ha afectado a varias generaciones de tu familia o en tu cultura, entonces quizás puedas ser capaz de ubicarte a ti mismo en la historia profunda del mundo, en lugar de limitarte a fustigarte por tu peso, por no hacer las cosas como tu crítico interior dice que deberías etc.
Una manera de empezar a tomar distancia con el apego a los pensamientos de autocríticos es observarlos y repetir “estoy teniendo pensamientos de que soy feo, estoy teniendo pensamientos de que no soy digno de amor”. Al etiquetar el pensamiento asumimos una postura más compasiva, amable y amorosa con nosotros mismos, tal como podríamos hacer con un niño. Este espacio de mirar las cosas con perspectiva y compasión se abre de manera espontánea cuando empezamos a ver el lenguaje en su movimiento natural, y dejamos de mirar el mundo a través de la lente del lenguaje juzgador.
Te sugerimos practicar el siguiente ejercicio:
- Cierra los ojos y contacta con cualquier cosa que te cueste aceptar de ti mismo. Tómate un rato para sentir lo que sientes, pensar lo que piensas y recordar lo que recuerdas. No trates de arreglarlo; procura conectar con tu propio sufrimiento.
- Mientras lo haces, nota que hay una parte de ti que está percibiendo ese sufrimiento. Atrapa el origen… ¿de dónde viene la conciencia de eso que percibes?
- Ahora toma esa conciencia que registra, e imagina que sales tu cuerpo y te miras a ti mismo. Percibe qué aspecto tienes cuando sufres.
- Pregúntate ¿qué pienso de esa persona que estoy observando (tú mismo)? ¿es una persona amable? ¿es una persona completa?
- Envía ese punto de conciencia al otro lado de la habitación y déjale sentado allí. Ahora obsérvate desde la distancia. Te ves sentado allí, sufriendo. Podrías notar que hay otras personas no muy lejos, en tu casa o en el vecindario que también sufren.
- Vuelve a preguntarte ¿qué pienso de esa persona que sufre? ¿es amable? ¿es una persona completa?
- Mientras te observas desde el otro lado de la habitación, imagina que esto es un recuerdo. Recuerdas haber leído un texto que te pedía que te observaras a ti mismo desde el otro lado de la habitación mientras sentías ese evento que te causa sufrimiento. Pero ahora han pasado 10 años y eres mucho más sabio. Mírate a ti mismo sentado allí hace 10 años. Si pudieras volver atrás con dos o tres frases desde un futuro más sabio ¿qué te transmitirías a ti mismo?
- Siéntete a ti mismo y escribe unas frases con los consejos de tu sabio interior.
- Luego vuelve al presente, a tu cuerpo. Considera lo que has escrito en la nota. La clave de este ejercicio es ser capaz de contemplar distintos puntos de vista, de tomar las cosas con perspectivas distintas. Recuerda que la naturaleza humana es así: intrínsecamente compasiva con uno mismo y con los demás.
Una palabra clave en este proceso es el compromiso contigo mismo. Compromiso significa asumir la capacidad de elegir nuestros valores. Y por valores no me refiero a las cosas que usamos para evaluarnos a nosotros mismos. No me refiero a los juicios críticos sino a las cualidades de ser y de hacer que escogemos porque nos aportan vitalidad, significado y propósito en este momento. Los valores nunca son definitivos, porque son parte del viaje y a medida que nosotros vamos evolucionando, estos también.
Este compromiso es el de ser fiel a ti mismo. A medida que practicas la autoaceptación y la compasión por ti mismo, vives en plenitud y todas tus acciones se empiezan a alinear a tu propósito más profundo.
Sabemos que el tipo de valores que generan compromiso no son los que contienen las palabras “debería” o “tendría”. Los valores reales los sentimos dentro de nosotros y se eligen libremente. Si vinculas tus comportamientos con cualidades elegidas libremente y creas hábitos de vida cada vez más amplios en torno a eso, la vida misma te elevará y podrás seguir adelante en medio del dolor, las decepciones y los errores. Esto te ayudará en tu recorrido vital, porque los lugares donde sientes dolor están vinculados con las cosas que te importan. Por el contrario, si no estás dispuesto a sentir dolor, no puedes permitirte que las cosas te importen.
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