La capacidad de los seres humanos para generar emociones es conocida como emotividad (la respuesta del cuerpo a ciertos estímulos). Con frecuencia se confunde sensibilidad con emotividad.
La sensibilidad es la habilidad de percibir estímulos externos (también los emocionales).
Tener una sensibilidad elevada implica la capacidad de percibir múltiples cosas, mientras que una emotividad intensa implica una fuerte respuesta emocional a lo que percibimos, incluso si el estímulo es de baja intensidad.
Una persona puede ser altamente emocional y poco sensible o, por el contrario, muy sensible y poco emocional, aunque generalmente existe una relación entre mayor sensibilidad y mayor emotividad.
SENTIDO BIOLÓGICO:
Las emociones son la reacción biológica a determinados estímulos. Cuando la emotividad es alta, significa que damos más importancia a ese mensaje.
CONFLICTOS A BIODESCODIFICAR
El problema surge cuando hay una exagerada emotividad y nuestras emociones nos secuestran con facilidad. Esto indica que hay un exceso de actividad del sistema simpático, lo que significa que hay una facilidad para entrar en el estado de conflicto activo.
Frecuentemente, hay una gran carga emocional asociada con asuntos del pasado que no se han resuelto.
Si hacemos uso de la emotividad para convertirnos en víctimas (algo bastante frecuente) y distorsionamos nuestras emociones o lo que nos pasa, nunca sanaremos esas emociones reprimidas que intentamos olvidar y que buscan regresar. Tenemos que permitir que salgan a la luz y resolverlas.
Los problemas de la infancia, como la falta de amor, el abandono, el abuso, los gritos y los traumas, deben ser sacados a la luz para que puedan ser sanados.
Además, la sobreactividad emocional es un indicio de que respondemos emocionalmente a los problemas y será menos posible que la energía se bloquee en un órgano y cause un síntoma físico.